En la generación del 90 para los escritores, la música es el ritmo. El ritmo se vuelve el marco para la palabra. Ya la palabra no es tanto la queja de los 80, sino la denuncia directa, el grito, la amenaza, la invitación. La palabra, ya no es tanto el sueño, la idealización poética de una poesía pura, sino, el reto, el enfrentamiento a los órdenes sociales, a la política, a la nación que sucumbe en sus propias simientes, rito de la nación que se pudre viva y que ellos denuncian. Premios, recitales, concursos y actividades culturales acontecieron durante esas décadas promoviendo la poesía, el cuento, el ensayo y la novela.
Luis López Nieves es uno de los autores más exitosos de la literatura puertorriqueña de finales del siglo XX y principios del XXI, sobre todo a raíz de la publicación de su cuento Seva (2000). Merece ser nombrado en esta lista de últimos Arturo Echeverría, que se adentró en la novela en 1994 cuando publicó la obra de acción “Como el aire de abril”, tras haber desarrollado durante años trabajos de crítica literaria. Mayra Santos Febres pertenece a la más reciente generación de creadores literarios puertorriqueños. Poeta, narradora y ensayista, Santos es autora de dos volúmenes de versos (El orden escapado y Anamú y Manigua), de dos libros de cuentos (Pez de vidrio y El cuerpo correcto, de 1995 y 1998 respectivamente y reunidos ambos bajo el título de Urban Oracles, en 2000) y de la novela Sirena Selena vestida de pena (2000), historia de un joven homosexual adoptado por el travesti Martha Divine, que le anima a su conversión en artístico “performer”. Y nuevo valor de las letras boricuas es Ángel Lozada (1968), autor de la novela La Patografía y residente en Nueva York. Los cuentos Brevísimas violencias, de Mayra Santos y Las siete palabras, de Ángel Lozada fueron incluidos como representativos de Puerto Rico en la antología española de literatura latinoamericana Líneas Aéreas, publicada en 1999 por Lengua de Trapo.
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